Fue por la epoca en que acababa de leer "Lobo Espacial" del redundante William King (A diestro y siniestro, ya sabeis a que me refiero) Y como no, tenia que escribir algo sobre la buena gente de Fenris, por lo menos era lo que me demandaba el hype.
No soy un escritor especialmente bueno, pero espero que os resulte entretenido (Que no se escandalice nadie si descubre que me he tomado alguna licencia artistica, bien por falta de conocimientos por aquella epoca o porque me salio del alma escribirlo tal y como lo hice)
Saludos y aqui entra;
Uno
Una señal de los Dioses
Kjarly Stikmall oteaba el horizonte desde la alta ubicación que era el techo de la taberna de su poblado, con la esperanza de ver a los barcos volver con la pesca. Habían pasado ya seis días desde que su padre hubiera salido a supervisar la pesca con los pescadores del clan. Su padre era uno de los guardias personales del jefe, o al menos lo era hasta hace unos meses (porque desde entonces había dejado sus tareas bélicas a un lado), y es que Kjarlyffson Stikmall ya tenia mas de 60 años. Kjarly era un hombre joven de veinte años, de la tribu Cráneo rojo, alegre, de complexión fuerte, alto y ágil que hacia unos cinco años que se había iniciado en el camino del guerrero.
–¡Eh tu, niñato del demonio! Baja ahora mismo de ahí o te abro la cabeza con mi cuchillo.– Era Bjorny, el tabernero del pueblo. Solía ser un tipo muy amable pero cuando se enfadaba, era mejor no andarse con bromas con él.
–¿Pero que té pasa? No estoy haciendo nada.– Le respondió Kjarly con la cara más inocente que sabia poner.
–Eso es precisamente lo que me reconcome, que no hagas nada mientras todos los demás trabajamos como mulas ¡Largo de mi techo si no quieres que te lance un barril de mi mejor hidromiel a tu inútil cabeza de cachorro!.
–Esta bien, esta bien, no veo porque te tienes que poner así...– Le decía Kjarly mientras se descolgaba ágilmente de las vigas sobre un montón de leña.
–No dirías lo mismo si tuvieras que tener cuidado de que un mequetrefe te cayera del cielo.- Refunfuño el corpulento tabernero.
–¡Ah! Y deberías ir a ver al viejo Morkai.– Añadió el hombre con un rápido cambio de expresión que torno su rostro a una expresión de bonachonería.
–¿A Morkai, y eso por que?
–¿Cómo que por que, es que naciste ayer?.– Dijo Bjorny con cara de frustración.– Hoy comienzan los preparativos para la caza del troll y Morkai es el que siempre la organiza.– Explico, poniendo mucha énfasis en sus palabras agitando sus manazas.
Todo eso ya lo sabia Kjarly, pero aun no sabia que tenia que ver el con todo eso y así se lo dijo a Bjorny.
–¡¡Idiota!!.– Le espeto Bjorny a la vez que le golpeaba la cabeza al joven guerrero.
– ¡Ay¡.– Gimió Kjarly aun más confuso que antes.
–¡¿Cuantos años tienes?!
– ¡Veinte, viejo loco!.
– ¿Y que edad deben tener los hombres que van a la caza del troll?.– Pregunto el tabernero, ahora más tranquilo, mientras arqueaba sus espesas cejas rubias.
Entonces Kjarly recordó de golpe.
–¡Veinte!.
–¡Sí muchacho, por fin lo pillas!.– Le dijo el tabernero volviendo a mostrarse alegre.–¡Y tu, y otro puñado de muchachos mas! Iniciareis pasado mañana vuestra búsqueda del monstruo, chico.
– Vaya... No había caído.– Dijo Kjarly, mas a sí mismo que al anciano y abrumado por todo lo que aquello significaba.
– Oh, vamos chico, no pongas esa cara, será de las mejores experiencias que tengas.– Dijo al ver la expresión de pesadumbre que asomaba al rostro de Kjarly.
–Eso lo dices porque no eres tu el que tienes que ir a buscarle las cosquillas a un monstruo, enorme y maloliente.– Añadió Kjarly picajoso.
–¡No digas mas tontería, yo ya lo hice en mi momento!, ¿Has olvidado que todos tuvimos veinte años una vez?
–Esta bien, iré a ver que me dice el viejo sobre todo esto.
–Suerte chico.
Kjarly pensaba, mientras que ponía rumbo a la yurta del chaman. Estaba hecho un lió, hacia apenas unos minutos solo pensaba en volver a ver a su padre y comentar que tal les había ido en el viaje, y ahora momentos después, resultaba que tenia que emprender un viaje extenuante y largo para cazar a una de las bestias mas temidas de todo Fenris. Una parte de el se sentía exultante con la perspectiva de una aventura así, recordando todos los relatos que le habían contado a lo largo de los años sobre la caza del troll.
El mismo había visto hacia varios años cuando apenas era un crío de no mucho mas de 10 años como los cansados cazadores supervivientes de aquel año, trajeron con la frente perlada de sudor el enorme cráneo del monstruo en un saco que tenían que llevar dos de ellos debido al peso y tamaño de la osamenta, y que ahora colgaba de la pared de la casa comunal sobre el tosco trono tallado en madera del jefe. Mientras que la parte no tan aventurera de él temía el viaje, por un lado por no estar a la altura del esfuerzo, y por otro por temer salir corriendo de terror al encontrarse con el monstruo. No, el no era un cobarde. Y se lo demostraría a todos. Aparto de si sus temores y con paso decidido se acerco a la yurta del chaman, a la que había llegado casi sin darse cuenta, y llamo.
Tras un rato esperando a que alguien le contestara desde el interior, la puerta se abrió de par en par y la encorvada figura de Morkai apareció en el umbral de la puerta iluminado desde atrás por grandes velas de resina, que le daban un aspecto cuanto menos siniestro a su arrugado rostro.
–¡Ah, pero si es el joven Kjarly! ¿Qué te trae por aquí, ha regresado por fin el barco?.– Pregunto el viejo eskaldo haciendo un gesto con el brazo, indicándole que pasara.
–Esas son muchas preguntas para alguien del que se dice que es un adivino.– Le respondió Kjarly haciendo visible que estaba bromeando.
– ¡Ja! Muy agudo muchacho, te pareces mucho a tu padre. Ahora y disculpándome de no hacer alarde de mis poderes ¿Qué te trae por aquí?.– Pregunto Morkai enseñando los oscuros huecos sin dientes al sonreír mientras se sentaba en una butaca cubierta de pieles de caza.
– Quería que me dijeras como piensas organizar este año la Caza del troll.– Dijo Kjarly omitiendo los detalles de que un tabernero había tenido que recordarle un evento tan importante.
–¡Oh, la caza! Por supuesto.–Dijo el viejo ensanchando momentáneamente su escabrosa sonrisa.– Bien, en primer lugar tengo previsto que marches tú y otros ocho fornidos muchachos junto a Crauss y Skargrim, que os guiaran, coordinaran y auxiliaran... en caso necesario, los augurios son favorables.
Crauss y Skargrim como podía recordar Kjarly eran dos endurecidos veteranos de guerra, que se habían ofrecido hacia un par de años a guiar a los jóvenes aspirantes a guerreros en la caza del troll, cuando Morkai se encontraba ya demasiado viejo para guiarlos el mismo.
– Será pasado mañana cuando emprendáis el camino, y deberéis llevar armas propias.– A Kjarly no le sorprendía eso, los guerreros siempre debían armarse de su propio bolsillo, con la esperanza de recuperar lo perdido con el botín saqueado, aunque algo le decía que en esa ocasión no iba a ser así.
–Bram podría poner un poco del contenido de sus fabulosos cofres por una vez.–Dijo expresando lo que sentía.
–Puede ser.– Respondió el hechicero encogiéndose de hombros.– Pero lo cierto es que esos “fabulosos cofres”, hace tiempo que están bastante vacíos.– Entonces Morkai, se levanto de la voluminosa butaca en la que se había dejado caer y se dirigió hacia el gran baúl situado a su derecha, hizo amago de abrir la tapa, pero esta, parecía demasiado pesada para sus delgados brazos, de modo que Kjarly salto de su asiento avergonzado por no haber intentado ayudar al anciano en cuanto vio lo que se proponía y entre ambos lograron levantar la tapa.
–¡Buuf! Ya no soy el que era, gracias.
–No hay de que.
Entonces el anciano se inclino sobre el arca y saco de ella algo largo y que parecía bastante pesado, envuelto en una polvorienta piel que hizo toser al viejo al sacudirla.
–Toma, es para ti.– Dijo sacando de su interior una brillante espada de hoja ancha y borde curvo.– Es muy posible que la necesites.
–No puedo aceptarla, tiene aspecto de ser muy valiosa.– Respondió Kjarly, secamente.
–Y lo es !Créeme¡ Pero quiero que te la quedes, tu padre fue y es mi mejor amigo vivo y siento que debo compensarle por tantos años de amistad.– Aquí paro y quedo como recordando algo para después añadir.– ¿!Y que mejor forma que a través de su hijo¡?.
Kjarly no supo que decir ante aquel honor que se había prestado a hacerle él chaman de su tribu como una obligación.
–Gracias, me honra anciano.– Dijo Kjarly, todo lo solemnemente que pudo.
–No mas que a mí habértela podido legar, joven.
Hacia ya unas horas que el barco había vuelto y el padre de Kjarly junto a los demás marineros, habían desembarcado.
Cuando Kjarly supo esto fue corriendo a la taberna del pueblo y se encontró a su anciano padre bebiendo con el jarl, Bram Colmillolobo, su hijo Crauss y Malik Sturtlarsson un robusto joven que habia cumplido veinte años esa semana y que por lo tanto, tambien iria con Kjarly a la caza del troll. Su padre, un hombre anciano pero que todavia dejaba pequeño al enorme Crauss, se abalanzo sobre el con los brazos abiertos como un oso fenrisiano en cuanto cruzo el umbral de la puerta. Les hablo sobre el viaje y les conto con cuatro de los marineros haciendole coro, como cuando volvian, una gran bola de fuego habia surcado el firmamento ante sus narizes.
–¡Nos estais tomando el pelo!.–Les espeto Crauss, mostrandose esceptico con toda su alma.
–¡Claro que no! Os lo digo, lo vi con mis propios ojos, y no, no habiamos bebido nada.– Declaro Kjarlyffson con toda confianza, aunque un par de los marineros bajaron la cabeza y se quedaron mudos, de lo cual algunos se dieron cuenta y soltaron una carcajada.–Como os decia, aparecio de la nada y paso volando por encima de nuestras cabezas y minutos despues fue a desaparecer en el horizonte.
–¡Fue una señal de los Dioses!.–Grito uno de los jovenes del fondo al terminar el relato.
–Si, tal vez, ¡Y seguro que si lo es, quiere decir que esta noche Bjorny nos invitara a todos a hidromiel!–Argullo Skargrim ilusionado ante la perspectiva de cerveza gratis, a lo cual la taberna entera le apoyo e su interpretacion de la voluntad de los Dioses, e incluso hubo quien grito que Skargrim debia ser nombrado nuevo chaman.
–O tal vez, sea una señal divina que me indica que devo patearte tu estupida cabeza hasta que funcione como es devido.– Dijo Bjorny con tal franqueza que nadie tuvo el coraje de reirse, despues de lo cual Skargrim se quedo mirando nostalgicamente el interior de su cuerno de beber vacio.
Entre tanto, Kjarly le hablo a su padre de la Caza del troll y de la visita al viejo Morkai”¡Ese viejo loco, nunca cambiara!” habia dicho su padre y minutos despues se fue de la taberna diciendo que iba a ver a Morkai, y Kjarly se quedo bebiendo hidromiel con Skargrim y Malik y hablando sobre la Caza del troll.
Unas horas despues Kjarly habia vuelto a la yurta y se encontraba tumbado en su lecho, observando el arma que Morkai le habia dado y jugueteando con la empuñadura que tenia la forma de una cabeza de lobo gruñendo, en verdad era un arma magnifica, de un metal que no conseguia distinguir y no tenia ni una mella, como si la acabaran de hacer, aunque por el polvo de la piel que la cubria, Kjarly hubiera dicho que tenia decadas... O siglos . Jugo con esa idea durante un rato y luego se quedo pensando en la historia de los marineros y se pregunto si la estrella caida seria de verdad, una señal de los Dioses.
Dos
La caza de la bestia
Por fin daba comienzo la caza, hoy partirían en pos del monstruo. Kjarly sabia en el fondo que en el mejor de los casos, tardarían varios días en encontrar a la criatura, pero aun así se sentía como un guerrero en su primera razzia, nervioso como si alguien fuera a abrir una puerta y de ella fuera a salir el troll, dispuesto a que lo cazasen. Kjarly sabia que no iba a ser tan fácil.
– Bueno muchacho, es hora de que vayas a reunirte con los demás.– Le dijo su padre cuando los primeros rayos de sol atravesaron los pequeños agujeros que abundaban en la puerta de la yurta.
– Sí.– Le respondió Kjarly, añadiendo al ver la cara de preocupación de su padre.– No te preocupes, se cuidarme.
– Eso espero.– Le dijo su padre, y le palmeo la espalda a modo de despedida con lentos y pesados golpes secos.– Espero que me traigas un colmillo de troll, me han dicho que se hacen jarras muy buenas... ¡Y grandes!.
–Lo haré.– le dijo Kjarly sonriendo.– te traeré suficientes para que todo el pueblo pueda beber en jarras de colmillo de troll.
Entonces Kjarly se encamino a la casa comunal con un equipaje que constaba de una capa de viaje, un hacha para cortar leña, un pulmón de lagarto de las mareas como cantimplora, un pequeño escudo de madera de forma circular, y la magnifica espada que Morkai le había dado hacia ya un par de días. Cuando llego a la casa comunal se paro y empujo la puerta con un leve esfuerzo para abrirla, cuando entro, el brillante fuego que ardía en la chimenea y que por el apenas naciente sol, iluminaba aun la estancia, le cubrió con un cálido manto de luz, que le hizo olvidar el frío invernal del exterior.
– ¡Hey Stikmall!.–Era Engir, el mejor amigo de Kjarly desde que era niño.
– Por un momento pensé que te habías ido del pueblo tu solo a cazar al bicho.– Le dijo Engir con socarronería.
– Ni siquiera yo soy tan valiente.– Bromeo Kjarly a modo de respuesta.
– Si os parece, podéis dejar de decir tonterías y os podré explicar como vamos a hacer las cosas y si no, bajare y me haré un collar con vuestros dientes.– Les espeto fríamente Crauss desde el fondo de la estancia.
– Cuidado chavales, habla enserio, esta mañana se ha caído de la cama y una alimaña de las nieves le ha mordido el culo.– Anuncio Skargrim con una teatral mueca de miedo.
Hubo algunas risas mientras Crauss le dirigía a Skargrim una mirada asesina y a continuación grito a los aspirantes a cazadores y les arrojo una de las sillas que tenia cerca, acertándole a Harald, uno de los jóvenes cazadores en la cabeza y dejándole inconsciente.
–¡Basta de tonterías, al próximo que vuelva a hablar sin permiso, lo cuelgo de la viga maestra!.– Añadió esto ultimo con una expresión que delataba que estaba deseando hacerlo.– Bien, como iba diciendo, en primer lugar pasare lista para ver si estamos todos... bien, ¡Sklag Mikail!.
–¡Aquí!.
–¡Kjarly Stikmall!.
–¡Aquí estoy!.
–¡Harald Reuffixon!.
–¡Inconsciente!.- Grito Engir, que sostenía la cabeza del pobre Harald mientras sus compañeros reían la broma.
–¡Engir Trigvasson!.
–¡Listo!.
Y asi Crauss fue llamando a todos y cada uno de los jóvenes Cráneo rojo, tras esto, Kjarly observo como Skargrim revisaba el equipaje de los muchachos e iniciaba la marcha saliendo por la pesada puerta principal y caminando pesadamente por la capa de nieve que cubría el suelo de todo el poblado para despues dirigirse a la empaladiza y ordenar a los centinelas que abrieran las puertas, para que pudieran salir.
Kjarly estaba hecho una pena, y no solo el, sino todo el grupo a excepción de Skargrim y Crauss que parecían ser los únicos capaces de aguantar el horrible frió y el lento camino a través de la espesa capa de nieve que cubría todo.
Se había fijado en las cansadas expresiones de los aspirantes durante las ultimas horas, en ellos había visto desde miedo, pasando por resignacion y hasta determinación a lo largo de la travesía, pero ahora desde el rostro del más valiente hasta el del que había sido empujado por sus familiares a participar en la caza para mantener el honor de la familia, era una mascara de cansancio.
En tanto caminaba, Kjarly había observado las oscuras sombras que parecían cubrir los espacios que había entre los cientos de árboles que pululaban en los alrededores del camino del este, hacia un par de horas había oído ruidos de ramas al partirse en las cercanías y aunque se había controlado, tuvo la tentación de preguntarle a Skargrim sobre ello. Estaba seguro de que Skargrim se hubiera reído con ganas a costa de el por mostrarse nervioso ante los ruidos del bosque que probablemente producían unos pájaros o unos marsupios al hacer su ruta habitual de recolección de vayas y raíces.
– Te veo nervioso Stikmall ¿Te preocupa algo?.– Le pregunto Engir con la voz ronca por el frío constante y la mirada cansada.
– No, es solo que no se cuanto tiempo podré aguantar asi.– Respondió Kjarly intentando mostrarse sereno.
– Tranquilo e estado escuchando a Crauss y a Skargrim hace un rato, parece que cerca de aquí hay unas ruinas de una pequeña atalaya y parecen tener planeado hacer un alto allí.– Dijo sonriéndole mientras la cansada figura de Harald Reuffixon se abría camino hacia ellos.
– ¡”Gasp”, Que frío!¿Sabéis cuanto falta para que nos paremos?.–Pregunto el siempre eufórico muchacho.
– Parece ser que haremos un alto en unas viejas ruinas cerca de aquí.– Le contesto Kjarly.
– Menos mal... ya empezaba a hartarme de este maldito camino.– Les dijo Harald mirando repentinamente a los lados.– Me han contado que los lobos acehan por estos caminos en busca de comida.
– Y Seguramente sea asi.– Esta vez hablo Sklag Mikail, que en opinión de Kjarly era uno de esos chavales a los que nadie debería dejarles coger un hacha... Ni nada mas duro que una patata.
– No asustes al chaval, los lobos seguramente estarán echados a dormir en alguna cueva hasta la noche.– Contesto Rend, el sobrino de Bjorny el tabernero.
– ¡Y bien listos que son!.–Dijo Engir frunciendo el ceño.–No como yo, que no he podido dormir ni tres horas.
– Eso es solo culpa tuya, por haberte pasado la noche anterior en la taberna, fanfarroneando delante de Líela.– Le dijo Rend codeándole las costillas.
– Yo no fanfarroneo...
– Si claro y Crauss nos dará una pieza de cobre por cada piedra que encontremos.
– Eso si que es una saga.– Dijo Kjarly.
Un gélido viento empezó a levantar la fina capa de nieve escarchada, que cubría el suelo del improvisado campamento, dificultando aun mas la visibilidad ya obstruida por la tupida vegetación que circundaba la antigua atalaya. Al parecer, la estructura había sido construida años atrás por Bram y algunos de sus guerreros para vigilar las tierras circundantes al pueblo, pero con el paso del tiempo y la emergente certeza de que nadie efectuaría un ataque contra un pequeño emplazamiento de los Cráneo Rojo, -Que hubiera supuesto una marcha de mas de quinientas millas desde cualquier enclave de un clan rival- La torre cayo en desuso.
Eso por no hablar de los peligros que suponía atravesar territorio Cráneo Rojo, como los Hersirs, que protegían el paso de las montañas del este con sus legendarias jaurías de lobos gigantes.
Kjarly observaba como la desgarbada figura de Sklag se acercaba a Skargrim por la espalda esquivando una gran lapida de piedras situada al bode del campamento.
– Eh Skargrim ¿Cuando nos vas a explicar como matar al troll? - Pregunto poniéndose a un lado del veterano.– Nos han dicho que eres jodidamente bueno mandando al inframundo a esas bestias...
– Si, has oído bien, pero si no te importa, estoy meando.– Dijo a la vez que Sklag se apartaba de un salto y se dirigía con gesto asqueado al lugar donde estaban sentados Kjarly y Engir.
Sklag había hecho la pregunta que todos deseaban hacer.
Como matarían al monstruo. Ahora que lo pensaba, Kjarly se daba cuenta de que no sabia ni si quiera como era exactamente un troll, había oído muchas sagas en la que aparecían aquellas criaturas, e incluso había visto la gran cabeza que colgaba de la pared de la casa comunal pero todo indicaba una vaga imagen de uno de los monstruos mas temidos por su pueblo.
– Estoy deseando ver de cerca un troll de verdad.– Decía Sklag, como leyendo sus pensamientos.– Dicen que deja pequeños a los árboles.
– No digas tonterías, ni un troll es mas alto que un pino.– Le contesto Engir mientras jugueteaba con el mango de su hacha.
– ¿Tu has visto alguno?...
– No.
– Entonces no puedes saberlo.– le dijo Sklag con tono pedante.
Antes de que Engir pudiera contestarle un penetrante aullido rompió la relativa tranquilidad del campamento.
– Lobos.– Musito Harald más pálido de lo normal.
Mas aullidos lobunos llenaron el aire.
–Muchos.– Coreo Rend a Harald con un tono de voz lúgubre.
–¡Mejor, mas comida!.– Añadió Engir.
– O menos, según por donde se mire.– Dijo Kjarly sin dirigirse a nadie en particular.
Al rato el campamento había entrado en frenética actividad, con cazadores que volvían con la leña recogida a plena carrera, otros clavando y encendiendo antorchas alrededor del campamento y las potentes voces de Crauss y Skargrim dando ordenes sobre donde debía erigirse la hoguera central.
Era raro que una manada de lobos atacara un campamento humano, pero cosas mas raras se habían visto y era mejor prevenir.
Cuando el sol desapareció totalmente tras el horizonte, una gran hoguera situada en el centro del claro ya iluminaba todo en mas de treinta metros a la redonda.
Mientras los jóvenes cazadores reponían fuerzas con tiras de carne seca y duro pan de camino, Skargrim había tomado una posición elevada encima del viejo tronco de un árbol muerto, desde la que todos podían verle y se disponía a explicar como deberían abordar al troll cuando lo encontraran.
–¡Bien! En primer lugar, deberemos encontrar un gran lago al que nos dirigimos Crauss y yo todos los años. Una vez allí que a nadie se le ocurra hacer saltar piedras sobre el agua para divertirse, porque lo más probable es que llame la atención del troll que este año lo haya ocupado.
– ¿Cómo que lo haya, “ocupado”?.– Pregunto Kjarly.
– Pues eso mismo. Cada año venimos a ese lago porque sabemos que es la casa perfecta para un troll. Y cuando nosotros matamos al que lo ocupa esa vez, otro llega y se queda con el territorio del anterior. ¿Comprendes?.
Kjarly asintió.
–¿Los trolls viven bajo el agua?.– Pregunto Engir con incredulidad.– ¡Je! Entonces no hemos venido a cazar un troll ¡Hemos venido a pescarlo!.
–No digas mas tonterías, los trolls viven fuera del agua, pero pueden permanecer muchas horas debajo del agua donde nadie les molesta y además pueden sorprender a los animales que se acerquen a beber. Ahora bien, cuando estemos allí, utilizaremos un cebo para sacar al troll del agua, una pata de ternera.
–Me gustaría ser un troll.– Dijo Sklag sin el mas mínimo indicio de estar bromeando.
–No estas tan lejos de serlo.– Le dijo Engir con sorna.
–¿Nos estas diciendo que ese bicho asqueroso va a comer mejor que nosotros?.– Pregunto Kjarly.
–En primer lugar, el troll ni tocara la pierna y en segundo si alguien quiere comerse la pata podrida como es necesario que este para que atraiga al troll, es libre de hacerlo.
“Lo siguiente que deberemos hacer, es tener preparadas muchas antorchas, y haber calentado la hoja de nuestras armas al rojo.”
– ¿Calentar las armas al rojo?.– Pregunto un muchacho.
–Si, tal vez algunos lo sepáis, pero por si acaso os diré que los trolls regeneran las heridas a no ser que se las hayan hecho con fuego o con armas candentes.– Paso la mirada sobre todos los que le miraban mientras sonreía enseñando sus amarillentos dientes.– Con lo que quiero decir que si alguien estaba pensando en matar a la bestia con su cuchillo... Que lo olvide. Se necesita una acción en equipo para matar a un troll, un solo hombre no tiene nada que hacer con una criatura asi.
Pasaron otros dos días antes de que el grupo encontrara la ubicación del lago. Llegaron a una amplia colina desde la que se dominaba un pequeño valle, en cuyo centro, había un lago de aguas oscuras de un color verde enfermizo que hacia pensar en el lago como en una gran charca de agua estancada y maloliente.
El espectáculo era macabro mas allá de toda comprensión.
Los árboles de los alrededores estaban muertos y sus cortezas podridas y húmedas, como si sus raíces hubieran tomado agua contaminada. Kjarly pensó que probablemente eso era lo que habían hecho. En las orillas y apoyados sobre varios árboles, se veían partes de esqueletos humanos y animales. Aquí una calavera, allí unas vértebras. La mayoría de los muchachos se quedaron mudos de horror ante un espectáculo tan funesto, y por fin se dieron cuenta del verdadero peligro que entrañaba aquella cacería.
La caza del troll. Ninguno de ellos había comprendido hasta aquel instante la magnitud de tal proeza, aun sabiendo que muchos de los jóvenes de años anteriores no habían vuelto de la cacería, ninguno se había parado a pensar en el porque. En breves instantes asimilaron lo terrible que debía ser aquella criatura de la que se decía que era capaz de tragarse a un hombre y cuyos jugos gástricos eran capaces de fundir rocas. Era un suicidio.
Tres
Visita inesperada
Kjarly se preparaba para el combate con un nerviosismo que no era habitual en él. Se estaba quitando los gruesos vendajes húmedos de telas que envolvían sus pies, y que le habían protegido durante los días que sobrevinieron a la salida del pueblo para calzarse sus viejas botas de cuero y aligeraba su peso dejando caer sobre un montón las gruesas pieles que le habían protegido de las bajas temperaturas con el objetivo de maximizar su agilidad.
Sus compañeros se preparaban de modo parecido mientras él se descolgaba el pequeño escudo de la espalda y lo ceñía con cuerdas alrededor de uno de los vendajes del brazo izquierdo, tomo un trago de agua de su cantimplora y se dirigió a donde Engir, Harald, Sklag y Rend se habían reunido.
–¡Por fin hoy vamos a poder dar caza a ese bastardo!.– Dijo Sklag tan excitado que parecía haber tomado demasiado hidromiel.
–¡Hmmm... ! Ese es tu punto de vista. Tal vez el troll tenga otra cosa en mente.– Le contesto Kjarly funestamente mientras se encogía de hombros.
–Hey, bonita espada.– Dijo Rend refiriéndose al arma que Kjarly asía.– ¿De donde la has sacado? Parece cara.
–Me la dio el viejo Morkai antes de salir.
–Joder con el viejo loco ¿A quien se le ocurre regalar un arma asi?.– Dijo Engir rascándose la mejilla.
–A un viejo que no puede usarla.– Le respondió Kjarly visiblemente molesto por el comentario.
–Podría haberla vendido... – Comento Sklag cuando una bola de nieve le golpeo la sien.
–¡Eh vosotros, dejad de charlar como mozas de taberna y venid aquí a templar vuestras armas!– Al girarse, Kjarly vio como Skargrim agitaba una manaza en el aire mientras mantenía en su cara una amplia sonrisa con dientes de menos.
–Maldito borracho... – Oyó que mascullaba Sklag que se limpiaba con gesto fastidiado la nieve del pelo pelirrojo.
Kjarly sopeso la espada mientras dirigía miradas furtivas a la orilla del lago. Aunque había tratado de desterrar los temores que le acosaban a lo más profundo de su mente, no lograba evitar sentirse nervioso. No podía dejar de pensar en la enorme bestia que acechaba desde las turbias aguas.
Tomo aire y miro a su alrededor mientras lo expulsaba, contemplando a los doce fornidos muchachos equipados con toda clase de armas que balanceaban y echaban a correr hacia los árboles para iniciar mas tarde el ataque sorpresa sobre la criatura.