GUERRERO DE HIERRO I
Perdiendo los nervios
A la luz de las tres lunas de Belial Menor, Ferrous Ironclaw observaba con perspicacia el destrozado cuerpo del necron mientras sus subalternos lo transportaban hacia el interior de la fortaleza abandonada. La boca del túnel de suministros se encontraba llena de cúmulos de arena que se había filtrado en su interior con el paso de los siglos y el oxido de los planchas del techo atestiguaban que la zona no siempre había sido un árido desierto. Seria interesante averiguar como esos armatostes consiguen la energía para autoabastecerse, si lo descubría, era posible que esa tecnología pudiera llevarlo a la creación de naves y vehículos que no necesitaran combustible ¡E incluso armas que no necesitaran de munición! La sola idea, hacia que Ferrous sintiera algo que le recordaba ligeramente a la alegría. Cuando el marine empezaba a imaginarse de que grandiosos regalos lo cubriría su Primarca y la infamia que recaería sobre su nombre y el de su compañía, el chirriar de un transporte Rhino a la carrera lo saco de sus ensoñaciones.
-Señor, el capitán Grimna ha vuelto de la expedición- Informo uno de los marines que transportaba el siempre frió cuerpo del necron en una base antigravitatoria.
-Ya me he dado cuenta Drozzia, espero que traiga noticias frescas sobre las ruinas del sector sur.
A diez minutos de distancia…
Grimna Klieg ordeno bruscamente al conductor del Rhino que aminorara la velocidad. Se sentía disgustado por no haber podido capturar “entero” a ninguno de esos endiablados cadáveres metálicos. No cabía duda de que su tenacidad provenía de dictados preprogramados o incluso de una posesión xenica, pero saber esto no disminuía su mal humor. Nada en el procedimiento pintaba bien... Ya había perdido cuatro de los tecnosacerdotes que habían raptado de aquella nave del Mechanicus que abordaron hacia apenas cuatro ciclos. En realidad sus vidas le importaban bastante poco, siempre había mas que se unían a ellos, quisieran o no, pero estaba bien que hubiera alguien que trabajara por ti. Mas aun teniendo en cuenta que ese trabajo, podía ser mortal.
El Rhino dio con un bache y el marine caótico se golpeo la cabeza con el techo del vehículo.
-¡Ten cuidado idiota! Ni un orko borracho conduciría peor que tu.-Grimna no estaba seguro de que esto ultimo fuera cierto, ya había visto a orkos conducir sus destartalados vehículos por terreno despejado y ciertamente, dudaba que estuvieran sobrios.
-Lo siento, señor, pero este camino esta lleno de piedras.
-Nadie te ha pedido un maldito informe del terreno ¡Y ahora conduce!
Grimna, diviso una borrosa silueta a lo lejos, que se distorsionaba por las altas temperaturas que colmaban el aire. “Ya estamos, ese debe de ser Ferrous”.
El Rhino avanzo hasta dos metros de donde estaba el Tecnoseñor y se detuvo. El vehiculo estaba saturado hasta lo obsceno de púas y cadenas que recorrían toda su superficie escalonándose unas sobre otras, al modo de las escamas de un reptil mercurial. Las puertas laterales se abrieron, y del pequeño vehículo, salió la desgarbada silueta del paladín del caos Grimna Klieg. Su rostro era la tipica mascara ausente de emociones que se puede esperar encontrar en un Guerrero de Hierro, con todo, un observador atento habría descubierto un pequeño tic recorriendo la comisura del ojo izquierdo.
-¿Cómo ha ido la expedición?.- Le increpo Ferrous sin hacer amago de acercársele mientras revisaba una placa de datos.
-Mal, no hemos podido coger “vivo” o como quiera que se diga a ninguno de los necrones.
-¿Y que hay de las ruinas?
-No parece que sean de necrones, parece que otros xenos estuvieron allí antes de que esos cacharros despertaran.
-¿Qué xenos? Los auspex planetarios no mostraban indicio alguno de estructuras fuera de la zona de las tumbas.
-La verdad es que no se parecen a ninguna de las infraestructuras que halla visto, pero puedo decir que no los construyó ningún orko. Seguramente tienen alguna especie de dispositivo de ocultamiento.
Ferrous se tomo unos segundos para meditar las palabras de Grima y con un suspiro se coloco el antiguo casco con movimiento descansado, esperando que los sistemas de refrigeración aliviaran su creciente dolor de cabeza.
-Si, Eso seguro... si no fuera así ya nos habríamos percatado de su presencia. Esta bien, mañana realizaremos un avance táctico hacia los oasis del norte y yo te acompañare, esta vez no quiero ningún fallo ¿Me oyes?.-añadió el Tecnoseñor con una mirada fría que delataba amenaza.-Ni un fallo.
Y se marcho a las instalaciones dejando en el aire su turbadora presencia.
Ferrous cogió el pequeño láser de la bandeja que le ofrecía un tecno-adepto y se dispuso a separar los miembros del complejo cuerpo del necron pieza a pieza.
El aire tenia un fuerte olor a antiséptico y refrigerante en la antigua sala de enfermería y unas pequeñas alimañas recorrían el lugar dando saltitos como langostas peludas. La estancia estaba cubierta por una gruesa capa de polvo.
La cirugía ya duraba varias horas y los resultados habían resultado ser desalentadores en la misma medida que sus ambiciones se desvanecían.
Ferrous aparto con su servobrazo un músculo metálico e introdujo una fina pinza quirúrgica para encontrarse con... nada.
-¡Imposible!
La voz de un coro de adeptos confusos resonó en los antiguos muros mientras el marine del caos abría la gran pinza de su servobrazo hasta el punto de partir el extraño metal con un chasquido como de hielo resquebrajándose.
-¡Silencio estúpidos!.
Las voces cesaron.
-Pe... pero señor, como es posible...
-Yo también estoy perplejo, pero llenarme la cabeza con vuestros chillidos no va a resolver mis dudas.-mientras hablaba extendió su brazo derecho hacia uno de sus asistentes.-Dame tu pistola.
-¿Señor?...
-Has oído bien. Si los mecanismos o cables o lo que sea que usa esta cosa no están entre sus piezas. Estarán dentro de ellas.-Explico, exasperado por la obvia falta de iniciativa de sus ayudantes.
Después de que el vacilante adepto le entregara su pistola láser, el marine la ajusto a máxima potencia y descerrajo un tiro sobre la cabeza del necron.
Ferrous sentía un estupor como no lo sentía desde siglos. A través del perfecto agujero producido por la pistola láser solo se observaba metal candente y un humo blanco que se elevaba sobre sus cabezas hasta alcanzar el herrumbroso techo. Frenético y perdiendo los estribos, Ferrous disparo repetidamente sobre el agujero hasta que el láser atravesó la mesa quirúrgica y ennegreció el suelo de plasticemento. Empezaba a cuestionarse seriamente que la animación de los necrones no fuera producto de algún tipo de magia.
-¡Grrrrr... maldita tostadora!
La puerta de la sala se abrió con un chasquido y un corpulento hombre de expresión excitada entro presuroso sosteniendo una pequeña placa de datos en sus manos enguantadas.
-¿Qué demonios ocurre ahora, Stríbus?.-Gruño Ferrous sin girarse.
Stríbus era un antiguo guardia imperial que hacia unos meses se había unido con el resto de su compañía El 9º de Hurttzal a las fuerzas de la 2ª compañía de los Guerreros de Hierro tras un breve pero sangriento levantamiento.
-Señor, hemos recibido un mensaje de la unidad de rapax del paladín Téklis.
-¿Y?.-Pregunto impacientándose mientras se encaraba al ex teniente de la guardia.
-Saben a quienes pertenecieron las ruinas.-Le dijo el traidor entregándole la placa de datos.-Ahora mismo están vigilando un pequeño emplazamiento en los limites del sector sur, lejos de las ruinas.
Ferrous examino minuciosamente la placa de datos y al terminar se la paso a uno de sus siervos mientras una expresión de satisfacción inundaba sus duras facciones haciendo girar la lente del potenciador óptico que tenia por ojo izquierdo.
-Tau’s.
-Sí señor, tau’s. Esos necios de piel azul ni siquiera saben que estamos aquí.
-Bien. Manda un mensaje a Téklis diciéndole que el y sus hombres se queden vigilando a esos insectos.-Dijo con una poco habitual sonrisa que le cruzaba la cara de oreja a oreja.- Tengo un buen presentimiento.
Stríbus asintió y una fría corriente de aire recorrió la estancia cuando salió a paso ligero en dirección a la sala de comunicaciones.
2 comentarios:
Ah, los Guerreros de Hierro, siempre tan pragmáticos y empíricos...
Y tan simples, ahora que la he publicado creo que la narracion es demasiado facil...
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